Con la protección pasiva se pretende conseguir, mediante el diseño y comportamiento de los elementos constructivos ante el fuego, la ventilación del edificio y la geometría del mismo, evitar la propagación del incendio y garantizar la vida de las personas
Un edificio generalmente está constituido por la estructura, los cerramientos y los acabados.
– Estructura: es el esqueleto del edificio y tiene corno misión la de sustentación y apoyo de las demás partes del mismo. Es un conjunto constituido por vigas, pilares y forjados, cerchas, celosías y muros de carga.
La característica principal que se le exige es que sea capaz de soportar el peso del resto del edificio, así como las solicitaciones procedentes del exterior.
Ante un fuego, la estructura no debe perder su función y sus características durante un periodo de tiempo razonable para que se pueda evacuar a los ocupantes al exterior, y puedan intervenir adecuadamente los Servicios de Extinción de Incendios.
– Cerramientos: su misión principal es separar unas zonas con respecto a otras, o bien del edificio con relación al exterior.
Se denominan cerramientos a las paredes, puertas, ventanas, techos, falsos techos, sellados, compuertas, tapas y cubiertas. En este sentido, hay que distinguir los que tienen, además, una función de soporte de cargas con respecto al resto.
– Acabados: tienen una función decorativa y de confort.
Cuando se habla de acabados se está refiriendo a los solados, alicatados, enlucidos y pintados de paredes y a otra clase de revestimientos de las mismas, así como elementos decorativos de recubrimientos de techos y suelos. Bajo el punto de vista preventivo y de protección contra un incendio, se pretende que tales elementos no favorezcan el desarrollo del incendio al incrementar su carga térmica y los gases tóxicos, o bien actuando de medio propagador del calor y las llamas a lugares alejados y a otros combustibles.
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