La carga mental presenta una serie de características o aspectos fundamentales que es necesario tener en cuenta, puesto que definen y dan idea de la complejidad de este concepto.
Por ejemplo, las funciones cognitivas no pueden ser analizadas sólo bajo un ángulo cuantitativo, sino que hay que tener en cuenta además los aspectos cualitativos.
Asimismo, en el estudio de la carga mental es necesario tener en cuenta aspectos relacionados con la cantidad de información que la persona tiene que tratar en su puesto de trabajo (aspectos cuantitativos), pero también hay que tener en cuenta la complejidad de la tarea a realizar (aspectos cualitativos). En este sentido, se puede hablar de dos «tipos» de carga mental: la carga mental cuantitativa y la carga mental cualitativa.
La actividad mental puede dar lugar, no sólo a situaciones de carga por exceso, sino también por defecto. En función de ello, se puede hablar de sobrecarga mental y de subcarga mental.
Hay que tener en cuenta que tanto la sobrecarga como la subcarga van a tener efectos negativos sobre los trabajadores.
Entre estos cuatro aspectos de la carga mental se pueden encontrar todo tipo de combinaciones: situaciones de sobrecarga mental cuantitativa, de sobrecarga mental cualitativa, de subcarga mental cuantitativa y de subcarga mental cualitativa.
La sobrecarga o estimulación excesiva hace referencia a las situaciones en las que el trabajador está sometido a más exigencias de las que, en función de sus capacidades,
puede satisfacer.
La sobrecarga mental cuantitativa se produce cuando se han de realizar muchas operaciones en poco tiempo. Esto puede deberse al gran volumen de trabajo, a la especialización y estandarización de las tareas que se han de llevar a cabo, a la necesidad de mantener una atención sostenida, o al apremio de tiempo o ritmo de trabajo elevado, y va a dar lugar a la aparición de fatiga mental, que hace que disminuya la eficiencia del trabajador, y que unas mismas exigencias ,de la tarea le supongan una carga más importante.
La sobrecarga mental cualitativa, en cambio, se produce en situaciones en las que al trabajador se le plantean unas demandas mentales o intelectuales excesivas en relación con sus conocimientos y habilidades, es decir, la sobrecarga cualitativa no significa que el trabajador tenga demasiado trabajo, sino que éste es excesivamente complejo o difícil.
Por otro lado, la subcarga mental se refiere a aquellas situaciones en las que el trabajador tiene que realizar poco trabajo (subcarga cuantitativa) o tareas demasiado simples o sencillas (subcarga cualitativa). Estas situaciones de subcarga mental pueden tener consecuencias tan negativas para el trabajador como las situaciones de sobrecarga, ya que la falta de estimulación es tan perjudicial como el exceso.
El aburrimiento y la monotonía producidos por un trabajo con poco contenido mental o intelectual suponen también situaciones peligrosas y potencialmente nocivas para la salud del trabajador. Para que el trabajo sea fuente de bienestar, salud y cualificación, es necesario que plantee al trabajador ciertas exigencias mentales, que le proporcionen estímulos necesarios para la activación, condiciones para mantenerse en forma, y opciones de aprendizaje y entrenamiento.
En situaciones de subcarga mental, el trabajador se ve obligado a realizar un esfuerzo importante para mantener la vigilancia, y por otra parte, al igual que el no utilizar determinados músculos implica un deterioro de su funcionamiento, la no-utilización de actividades cognitivas superiores implicaría una regresión de las mismas, y en consecuencia, un empobrecimiento de la inteligencia.
Es decir, cuando hablamos de trabajo mental, tan perjudicial y agresivo puede ser para el individuo un esfuerzo excesivo, que le exija mantener continuadamente una atención elevada, como que el trabajo no requiera ningún esfuerzo mental.
Para evitar problemas de carga mental, por tanto, el trabajo ha de requerir del individuo un esfuerzo a la medida de su capacidad de respuesta, proporcionando al trabajador la posibilidad de aplicar sus capacidades y conocimientos.
Para valorar la carga mental hay que tener en cuenta que, mientras realizamos una tarea, nuestro cerebro, además de trabajar con las informaciones relacionadas con dicha tarea, va a estar procesando también otro tipo de informaciones, como pueden ser las procedentes de cualquier conversación que estemos escuchando, informaciones no relevantes para el trabajo, pero cuyo procesamiento supone una carga añadida.
Además, el cerebro va a estar trabajando o elaborando otro tipo de datos, denominados como fatigas periféricas, y que se refieren a aspectos tales como determinados estados de ánimo del trabajador, que también van a estar influyendo sobre la carga mental.
El cerebro no maneja sólo los datos necesarios para efectuar la tarea o los datos procedentes de dicha tarea a realizar, sino que además va a estar procesando todo tipo de informaciones procedentes del entorno o fatigas periféricas.