Existe una gran variedad de contaminantes químicos de distinta procedencia. Además, es frecuente que un mismo contaminante sea emitido por varias fuentes a la vez.
En unos casos, las fuentes son interiores, mientras que en otros, están en el exterior y los contaminantes generados por ellas penetran en el edificio por las puertas, ventanas, tomas de aire exterior y por las rendijas y grietas de los edificios. Entre ellos hay que destacar:
El humo del tabaco está constituido por una mezcla muy compleja de más de 3000 compuestos químicos en estado gaseoso, como el monóxido de carbono, y diversos vapores orgánicos, o en forma de partículas, algunas altamente
cancerÍgenas, como el hidrocarburo aromático policíclico benzo[a]pireno. El tamaño de la mayoria de ellas se halla dentro de la fracción respirable, lo que las hace más peligrosas para la salud. Otros efectos nocivos del humo del tabaco son irritación de las mucosas respiratorias y reacciones alérgicas en los alvéolos y bronquios.
Entre los contaminantes químicos, los del humo del tabaco suelen ser de los más abundantes en los ambientes interiores. Hay que tener en cuenta, además, que sus efectos los sufren los fumadores y los que no lo son.
El formaldehído es un gas altamente irritante de los ojos y de las vías respiratorias. Además, suele ocasionar sensibilización. Se sospecha también que puede inducir procesos cancerosos. Es una de las materias primas que se usan en la fabricación de plásticos y resinas. De ellas, las espumas de urea- formol se usan mucho para el aislamiento térmico de las edificaciones. También se utiliza en la fabricación de adhesivos, y de aglomerados y contrachapados de madera para muebles y otros elementos; en la elaboración de productos de limpieza, de desinfección y de pinturas. Está presente también en el humo del tabaco. Una formulación inadecuada de los plásticos y resinas, un mal curado, o la degradación producida por el paso del tiempo provocan la liberación de
este compuesto al ambiente.
Los compuestos orgánicos volátiles (VOC’s1) son compuestos orgánicos que se evaporan con facilidad a temperatura ambiente. Forman un grupo heterogéneo de compuestos, y aunque también se generan fuera de los edificios (gasolineras, tráfico, etc.), en general, suelen ser más abundantes en interiores.
Proceden de los elementos de decoración (pinturas, barnices, disolventes), del mobiliario y equipos de trabajo, del material de oficinas, de productos de higiene personal y cosméticos, de productos de limpieza (ceras, detergentes, insecticidas, ambientadores) y de los propios ocupantes.
Entre sus efectos destacan los tóxicos sobre diferentes órganos y tejidos, los irritantes para las mucosas, los olfativos y, en algunos casos, los cancerígenos y genotóxicos.
Los biocidas es el nombre con el que se denominan los plaguicidas de uso no agrario. Comprenden productos contra insectos (insecticidas), roedores (rodenticidas) y se emplean para impedir el crecimiento microbiano. Son muy irritantes cuando están en forma concentrada, pero también a bajas concentraciones pueden ocasionar irritaciones de las mucosas en personas susceptibles, razón que desaconseja su uso de forma continua en espacios interiores.
– El monóxido de carbono (CO) se origina por una combustión incompleta de la materia orgánica. Se une a la hemoglobina de la sangre e impide el transporte de oxigeno por los hematíes a las células de los tejidos, por lo que las concentraciones elevadas de CO pueden causar la muerte por asfixia. En la mayoría de los casos, cuando se encuentra en la atmósfera interior de un edificio, suele proceder del garaje del propio edificio o de los de los edificios circundantes, generalmente debido a que las tomas de aire exterior para la ventilación están situadas cerca de las salidas del aire de extracción de los mismos.
– El dióxido de carbono (C02) procede principalmente de la respiración humana y la combustión del tabaco. Es un gas que no tiene efectos tóxicos. Sin embargo, su abundancia se relaciona con la falta de oxígeno y con la sensación de aire viciado. Se emplea como indicador de la calidad del aire en los espacios donde hay bastantes personas.
En actividades de tipo oficina, donde no existan fuentes de contaminación de importancia y los contaminantes químicos que pueda haber en el ambiente sean los bioefluentes humanos producidos por trabajos de tipo sedentario, una concentración de C02 mayor de 1000 ppm (>O,1%) indica que la ventilación no se realiza correctamente.
– El ozono (O3) es un gas muy irritante, pero se desCompone rápidamente. Se puede producir de forma natural en determinadas condiciones atmosféricas (tormentas). Su presencia en el aire exterior puede deberse a esa razón, a la contaminación industrial, al tráfico o a las calefacciones. En el ambiente interior puede penetrar con el aire exterior o puede generarse por el uso de fotocopiadoras e impresoras láseres mal mantenidas, o debido al funcionamiento de cualquier elemento que produzca descargas eléctricas de alta frecuencia en el aire. En este sentido, hay que mencionar que algunos ionizadores pueden generar cantidades elevadas de ozono. Existen, incluso, algunos aparatos, los ozonizadores, que generan ozono con fines desinfectantes y desodorizantes.
El uso del ozono como desinfectante y desodorizante en los espacios interiores está en entredicho, ya que las concentraciones necesarias para ello son bastante superiores a los límites de exposición que se recomiendan para
interiores.
– El radón es un elemento gaseoso radiactivo que se genera en la desintegración del radio. El radón y sus productos de desintegración proceden exclusivamente de fuentes naturales. Se origina a partir de los suelos y rocas de zonas graníticas y de fosfatos. En los edificios aparece por infiltración desde el exterior. A veces, puede proceder’de los materiales de construcción. Las concentraciones más altas suelen encontrarse en las partes más bajas de los edificios, donde se acumula debido a que es más denso que el aire.
Tanto el radón como sus descendientes pueden provocar cáncer de pulmón, ya que van asociados a partículas inhalables que se depositan en los pulmones.
La materia particulada sólida o polvo del interior de los locales está constituida por partículas orgánicas e inorgánicas. Cuando la longitud de las partículas es tres veces mayor que su diámetro se denominan fibras.
Su fuente principal en oficinas es el humo del tabaco. Además, el papel, las moquetas y alfombras, paredes, etc., desprenden partículas y fibras, a las que cabe sumar las escamas de la piel, la suciedad transportada desde el exterior, etc. El polvo de las oficinas contiene niveles elevados de fibras minerales (irritantes), fibras de celulosa (medio de cultivo para microorganismos) y partículas inorgánicas. También puede contener esporas y heces de ácaros, cuando la humedad relativa es elevada, ambos alergénicos.
Los problemas que pueden provocar las partículas se acrecientan con el uso de pantallas de visualización de datos, ya que la carga ele’ctrostática acumulada en éstas puede atraer polvo cerca de las vías de entrada del aparato respiratorio de los trabajadores.
De entre las fibras, las de amianto son las peores para la salud cuando son inhaladas. Producen fibrosis y cáncer de pulmón, por lo que cada vez se utiliza con menos frecuencia el amianto como aislante en la construcción. El riesgo por inhalación de fibras de amianto puede ser elevado cuando se realizan obras de remodelación de edificios antiguos y no se llevan a cabo las medidas de prevención que prevé el Reglamento sobre el trabajo con riesgo de amianto.
La fibra de vidrio suele utilizarse para aislar térmica y acústicamente los edificios, así como en los conductos y otros elementos de los sistemas de aire acondicionado. Estas fibras pueden desprenderse y pasar al aire si los aislamientos no se colocan bien o si se deterioran. Producen irritaciones.
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