En condiciones de campo lejano, la exposición en un punto determinado es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia de ese punto al foco emisor. Por tanto, siempre que sea posible, una medida barata, sencilla y fácil de aplicar, es alejarse de la fuente emisora. Esto se consigue mediante el marcado de distancias de seguridad.
Cuando el distanciamiento a la fuente no sea posible, se pueden construir habitáculos para proteger a las personas frente a la radiación. Dichos habitáculos están construidos con láminas de madera contrachapada entre láminas de metal. Todas las aberturas están apantalladas para absorber cualquier radiación que pueda ser reflejada.
Cuando no se puede utilizar este sistema, se han de atenuar los niveles de densidad de potencia mediante un adecuado apantallamiento. Éstos pueden consistir en planchas metálicas o estar constituidos por paneles de malla metálica de distinto número de hilos por centímetro cuadrado, ventanas de cristal, revestimiento de madera, bloques de hormigón etc. Existen tablas que dan los distintos factores de atenuación según las diversas pantallas y frecuencia de las radiaciones.
También se puede proteger a los individuos expuestos, mediante trajes absorbentes y protectores de ojos. Las gafas protectoras utilizan una malla muy fina embutida en el cristal y materiales absorbentes a los lados. La visión queda poco afectada y se consiguen atenuaciones importantes para radiaciones de hasta 40 GHz de frecuencia.
Tienen el gran inconveniente de ser voluminosas e incómodas. Los trajes absorbentes reducen los campos de altos niveles y, a la vez, sirven como protección frente al alto voltaje. El operario puede estar seguro con ellos en campos electromagnéticos con una densidad de potencia hasta 10.000 veces mayor que el límite de seguridad (unos 100
W/cmz).