El cuerpo humano no responde de igual forma a las radiaciones de las diferentes regiones del espectro óptico. La capacidad de interacción de las radiaciones ópticas con el cuerpo humano depende de la cantidad de energía que pueden transferir a los tejidos biológicos y de la potencia radiante de la fuente emisora.
A potencias suficientemente altas, la exposición a radiaciones ópticas puede producir efectos adversos sobre los ojos y la piel, debido a su escaso poder de penetración en el cuerpo humano. Estos efectos dependen también de la distancia a la fuente emisora y del tiempo de exposición. El tipo de lesión o de patología que puede producirse depende de la capacidad de absorción de las radiaciones por los diferentes tejidos que forman la estructura de los ojos y de la piel.
En general, podemos afirmar que los efectos causados por dosis elevadas de radiaciones ópticas están bastante estudiados. Asi, existen «efectos térmicos» que se producen por una elevación parcial o total de la temperatura del cuerpo y «efectos fotoquímicos” con consecuencias diversas más o menos inmediatas y fácilmente identificables.
Las radiaciones UV y las visibles transportan energia suficiente para producir efectos fotoquimicos y térmicos, mientras que las radiaciones lR sólo poseen energía para producir efectos térmicos.
EFECTOS SOBRE LOS OJOS
La radiación UV—B y UV-C puede ser absorbida por la córnea y la conjuntiva, produciendo fotoqueratitis y fotoconjuntivitis, que se caracterizan por dolor intenso, lagrimeo, sensación como de tener arena en los ojos, fotofobia, etc,.
Son efectos «agudos» pero reversibles, y suceden siempre que se produce una exposición a dosis altas de radiación, por ejemplo, cuando se trabaja sin protección ocular en la soldadura por arco. Estos efectos no aparecen hasta pasadas unas horas de la exposición y normalmente se curan de forma natural al cabo de unas 48 horas.
El cristalino absorbe parte de la radiación ultravioleta y protege a la retina, por eso las personas operadas de cataratas y sin lente intraocular (aquéllas a las que se ha extirpado el cristalino) pueden presentar lesiones fotoquimicas en la retina incluso en el UV, a partir de los 300 nm.
En el caso de la luz O radiación visible, pueden producirse lesiones térmicas y/o fotoquímicas en la retina, con pérdida de visión parcial O total, si se mira directamente a fuentes artificiales muy intensas que se usan en determinados procesos industriales, al igual que ocurre cuando se mira al sol.
Son efectos agudos que pueden ser reversibles e irreversibles. Estos efectos sólo aparecen en exposiciones accidentales de muy corta duración o en exposiciones a fuentes pulsadas durante un tiempo más largo. En exposiciones de corta duración (de pocos segundos) Ia lesión es de origen térmico; el efecto fotoquimico predomina sobre el térmico en el intervalo espectral del azul (400’550 nm), para tiempos de exposición largos (de más de 10 s). Los movimientos reflejos de los ojos actúan como protección natural cuando el tiempo de exposición es superior a 0,25 s.
La exposición repetida a radiaciones IR intensas que producen temperaturas elevadas en el puesto de trabajo, como por ejemplo las que emiten el vidrio o metales fundidos, ocasiona cataratas de origen térmico, consideradas como una enfermedad profesional.
Son efectos crónicos e irreversibles.