El término radiaciones ionizantes hace referencia a aquellos haces de partículas 0 de ondas electromagnéticas que en su interacción con la materia, tanto viva como inerte, y a través del depósito de su energía, son capaces de descomponer los átomos y moléculas previamente neutros en un par de fragmentos con carga eléctrica, generalmente un ión positivo y un electrón negativo.
Estas radiaciones emitidas por los núcleos atómicos de las sustancias radiactivas, o generadas por determinados dispositivos tales como instalaciones de rayos X o aceleradores de partículas, constituyen un agente físico de uso ampliamente difundido y en incesante ascenso, en múltiples campos de la actividad humana. Son radiaciones electromagnéticas que se encuentran al final del espectro y que se caracterizan por tener unas longitudes de ondas pequeñísimas. Sus frecuencias son muy altas y las energías fotónicas muy elevadas. La característica principal de estas radiaciones es su poder ionizante.
En la naturaleza hay elementos que producen este tipo de radiaciones y se conocen como elementos radiactivos, como pueden ser el uranio, plutonio, cesio y muchos otros. También artificialmente se pueden conseguir elementos radiactivos mediante procesos hechos en laboratorio.
Desde el punto de vista de su frecuencia y energía, las radiaciones ionizantes se clasifican en: partículas a, partículas B, haces de neutrones, radiación y, etc. Las que transportan mayores energías y, por tanto, son más peligrosas para el organismo humano, son las radiaciones, y para protegerse de las mismas hay que utilizar gruesos blindajes de plomo, ya que tienen un gran poder de penetración.
Desde el punto de vista de su naturaleza, se pueden clasificar las radiaciones ionizantes en dos grupos: corpuscular y electromagnética.
Radiaciones corpusculares: constituidas por partículas materiales, cuya masa en reposo es considerable. A este grupo pertenecen las partículas alfa, las partículas beta, los protones y los neutrones. Las propiedades de cada una de estas partículas están en función de su carga, su masa en reposo y la energía con que son emitidas.
Radiaciones electromagnéticas: constituidas por fotones de energía sin carga ni masa. Dentro del espectro electromagnético, aquellas radiaciones con una longitud de onda inferior a 1O’7 m y una frecuencia superior a 1017 Hz pueden ser consideradas como ionizantes. Estas radiaciones son los rayos X y rayos gamma.
Aparte de las instalaciones de generación y almacenamiento de energía nuclear o instalaciones nucleares, las principales fuentes de exposición a radiaciones ionizantes se encuentran en las instalaciones radiactivas, en las que se utilizan, manipulan o almacenan fuentes radiactivas. Entre ellas podemos citar los hospitales, centros asistenciales y organismos, en los cuales puedan existir unidades de medicina nuclear, radiodiagnóstico (instalaciones de rayos X), y radioterapia (tratamientos por isótopos radiactivos) etc.
Otro tipo de instalación radiactiva son los laboratorios en los que se manejan radioisótopos, por ejemplo en técnicas de centelleo, autorradiografía, radioinmunoensayo, etc, y también los laboratorios en los que se trabaja con haces externos, tales como difracción de rayos X, aceleradores de partículas, radiografía industrial y gammagrafía, entre otros.
Según la actividad de las fuentes radiactivas utilizadas, las instalaciones radiactivas se clasifican en la, 2a y 3a categoría.
Asimismo, en algunos edificios, en los cuales por razones de seguridad tengan sistemas con fuentes radiactivas, rayos X, etc., para escanear paquetes, cartas, etc. También existen algunos pórticos para revisión del público visitante, que pueden tener alguna pequeña fuente radiactiva. Por lo general, la radiación ionizante que se genera es muy baja en relación con los límites exigidos y el tiempo de exposición es también muy pequeño.
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