El ruido puede producir modificaciones del carácter o del comportamiento como:
– Agresividad.
– Ansiedad.
– Disminución de la atención.
Estas modificaciones van a depender de diversos factores, unos ligados a la persona y otros a sus condiciones de trabajo:
– La actitud del sujeto frente al ruido.
– Sensibilidad del sujeto al ruido.
– Evaluación de las posibilidades de reducirlo.
– Actitud del sujeto respecto al tipo y condiciones del local.
– Momento de la jornada.
Además de estos efectos psicológicos, se ha observado que los trabajadores expuestos a ruidos intensos durante el día pueden tener dificultades a la hora de conciliar el sueño o, incluso, despertarse a media noche con mayor frecuencia.
El acortamiento o la interrupción del sueño dificultan la acción reparadora del mismo y por lo tanto el bienestar y la capacidad para el trabajo.
El despertar está ligado a la excitación del Sistema Nervioso Autónomo descrita en el apartado anterior. El hombre, durante el sueño, es sensible a ruidos inesperados o insólitos aunque estos dependen de su propia sensibilidad y estado psicológico.
Algunos autores intentan cuantificar estos efectos mediante manifestaciones como incremento del número de despertaras, reducción del tiempo total de sueño, etc.
No hay una relación directa entre ciertas manifestaciones no auditivas y niveles de exposición al ruido, con lo que la única forma de evitar los efectos es controlar dicha exposición.