La proliferación de edificios herméticos a partir de la década de 1970, donde no hay ventanas practicables y la ventilación es forzada, ha hecho que se multipliquen los problemas derivados de la mala calidad del ambiente interior.
En unos casos, para ahorrar energía, el aire de ventilación tiene menos proporción de aire limpio de lo que debiera. En otros, el sistema está mal diseñado para el uso que finalmente se le da al edificio o no se somete al mantenimiento y limpieza que debiera.
Aunque los problemas de calidad del ambiente en interiores se dan con mucha mayor frecuencia en los edificios con ventilación artificial, también en los que tienen ventilación natural puede haber ese tipo de problemas. Por ejemplo, con la ventilación natural no siempre puede asegurarse una buena distribución del aire limpio por todo el local. Además, no se puede modificar la calidad del aire de ventilación, que puede ser mala si el edificio está situado en una zona contaminadas.
Los sistemas de ventilación y climatización pueden generar ellos mismos nuevas perturbaciones en el ambiente interior. Así, pueden provocar corrientes de aire molestas, materia en suspensión debida al deterioro del; material de las conducciones, contaminación biológica procedente de zonas de la instalación donde hay agua o se condensa el vapor de agua y ruido producido por los ventiladores, compresores y el movimiento del aire en los conductos y rendijas.