Los tóxicos o sus metabolitos pueden ser eliminados del organismo por diversas vías:
– Renal: la eliminación de la mayor parte de los compuestos se produce por esta vía.
– Respiratoria: responsable de la eliminación en parte de los compuestos volátiles mediante la exhalación y/o expectoración, en un proceso contrario al de su absorción.
– Digestiva: algunos son eliminados por la bilis, en cuyo caso pueden ser reabsorbidos por el intestino, prolongándose así la permanencia en el organismo.
– Secreción grandular: sudor, saliva, leche.
El efecto producido como consecuencia de la exposición a un agente tóxico no sólo depende de la cantidad absorbida, sino también de la intensidad y duración de la
exposición. Se conocen dos tipos principales de intoxicación: aguda y crónica.
– Intoxicación aguda. Es la que da lugar a una alteración grave y se manifiesta en un corto período de tiempo.
– Intoxicación crónica. Se produce cuando el tóxico se absorbe en pequeñas cantidades durante un periodo largo de tiempo de la vida del trabajador. Los efectos crónicos pueden ocurrir:
– Si se acumula el tóxico (absorción es mayor que biotransformación y/o excreción) y alcanza una concentración suficiente para que se manifiesten los efectos.
– Si se producen efectos tóxicos irreversibles, que son aquellos que no permiten la recuperación del estado normal.
– Si no hay tiempo suficiente para reparar el daño en los intervalos de exposición, se acumulan los efectos producidos por la exposición repetida al tóxico que, sin embargo, se va eliminando del organismo.
Los efectos de los contaminantes pueden ser muy variados:
-Corrosivos: en contacto con los tejidos vivos pueden ejercer una destrucción de los mismos.
-Irritantes: producen inflamación en las áreas de contacto, piel y mucosas ocular y del aparato respiratorio, por contacto breve, prolongado o repetido.
– Neumoconiótico: alteración pulmonar por partículas sólidas, de sustancias insolubles en los fluidos biológicos, que se depositan y acumulan en el pulmón.
– Asfixiantes: producen anoxia por desplazamiento del oxígeno del aire (asfixiantes físicos) o por alteración de los mecanismos oxidativos biológicos (asfixiantes químicos).
– Anestésicos y narcóticos: producen depresión del sistema nervioso central.
– Sensibilizantes: efecto alérgico ante la presencia de pequeñas cantidades, que puede manifestarse de forma diversa (asma, dermatitis).
– Cancerígenos, mutagénicos y tóxicos para la reproducción: según produzcan cáncer, cambios en el material genético y daños en la fertilidad, reproducción o descendencia.
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