ABSORCIÓN: VÍAS DE ENTRADA
Si se excluyen aquellas cuyo efecto se ejerce directamente sobre la zona de contacto (cáusticos, irritantes, sensibilizantes), las sustancias, en primer lugar, son absorbidas, es decir, pasan del exterior al torrente sanguíneo.
La vía digestiva puede ser otra vía de entrada. En este sentido, la ingestión puede producirse por penetración accidental en la boca o bien por la ingestión de partículas insolubles inhaladas, que alcanzan la boca por acción del aparato mucociliar y pueden acabar siendo deglutidas.
La absorción por vía digestiva es menos importante que la inhalatoria y la dérmica, pero hay que tenerla en cuenta, sobre todo cuando se está expuesto a determinados tipos de polvo tóxico, no se mantiene una buena higiene o cuando se come, bebe o fuma en el puesto de trabajo.
Absorcion por via inhalatoria
La absorción por vía inhalatoria es la más frecuente y la de mayor trascendencia en toxicología laboral. También es la más rápida, al menos para gases y vapores, ya que una vez el tóxico llega a los alveolos pulmonares, debe atravesar el epitelio alveolo-capilar, que es una membrana muy fina y de gran superficie.
Los gases y vapores se absorben por difusión con gran facilidad, sobre todo cuando se trata de compuestos liposolubles. La velocidad de difusión dependerá principalmente del gradiente de concentración existente a un lado y otro de la membrana, es decir, entre el aire alveolar y la sangre.
La concentración alveolar depende de la concentración ambiental y del tiempo de exposición.
A lo largo de la exposición se va alcanzando un doble equilibrio con interdependencia de los coeficientes de reparto sangre/aire y tejido/sangre.
Cuando la concentración del tóxico en los alveolos es alta, mayor es la velocidad de difusión de esta sustancia, la cual pasa rápidamente a la sangre y, a su vez, ésta se distribuye a los tejidos tanto más rápidamente cuanto mayor sea el coeficiente de reparto tejido/sangre.
En referencia al material particulado, la absorción de partículas en suspensión en el aire inspirado es menos rápida que la de gases y vapores, pero apreciable. Dado que el sistema respiratorio está especialmente diseñado para que la materia particulada no llegue a los pulmones, las variables críticas para su absorción son el tamaño, forma y peso específico de la partícula; es decir, su diámetro aerodinámico, que es el diámetro de una esfera con peso específico la unidad, y que posee la misma velocidad de sedimentación que la partícula en cuestión.
La porción de materia particulada total que se inhala depende de las propiedades de las partículas, de la velocidad y dirección del movimiento del aire cercano al cuerpo, de la cadencia respiratoria y de si la respiración es a través de la nariz o de la boca. Las partículas que son inhaladas pueden ser exhaladas o pueden depositarse en alguna parte del tracto respiratorio. Tanto el lugar de depósito como la probabilidad de exhalación dependen de las propiedades de la partícula, del tracto respiratorio, del modelo respiratorio y de otros factores.
Las partículas con un diámetro aerodinámico inferior a 5 ¡Jm pasan a la región alveolar, constituyendo lo que se denomina fracción respirable, pudiendo ser allí absorbidas.
Las partículas depositadas pueden ejercer su efecto nocivo en el lugar donde se depositan (región naso-faríngea, traqueo-bronquial o alveolar).
Las partículas líquidas o los componentes solubles de las partículas sólidas pueden ser absorbidos, en parte, en los tejidos donde se depositaron.
El sistema respiratorio presenta unos sistemas defensivos que permiten que las partículas depositadas en la capa mucosa que recubre el aparato respiratorio puedan ser expectoradas junto con el moco que segrega dicha mucosa respiratoria.
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