Es propia de cuerpos sólidos. El calor se transmite a través de un sólido cuando existe una variación de temperatura entre distintos puntos del mismo; cuanto mayor sea la diferencia de temperatura más calor se transmitirá.
Cuando se hierve agua para preparar café en un cazo de acero, todo el recipiente se calienta a la vez y, además, calienta el líquido contenedor. igualmente, si el extremo de una barra de hierro se aproxima a la lumbre, en breves instantes, el otro extremo comenzará a calentarse. Esto ocurre con materiales que conducen muy bien el calor, como son los metales. A estos materiales se les denomina conductores.
Sin embargo, existen otros materiales como la madera, el hormigón, la cerámica, etc., que presentan un comportamiento totalmente distinto. Si se observa una sartén puesta en el fuego con mango aislante, dicho mango no se calienta debido a que transmite muy mal el calor.
Se ha comprobado que cuanto mayor es el espesor de un cuerpo, más lentamente transmite el calor y cuanto más delgado es el mismo ocurre todo lo contrario.
Los buenos conductores del calor tienden a desprenderse del mismo. Es muy frecuente en edificios encontrarnos con estructuras de acero; si un pilar de acero adquiere la temperatura de 500° C, pierde sus propiedades mecánicas, no aguanta el peso que tiene que soportar y la estructura se derrumba. Por ello, las estructuras de acero se suelen proteger con materiales aislantes.
La madera transmite muy mal el calor. Cuando se prende un tronco de madera se suele quemar superficialmente. Si ese tronco se impregno con agua, será muy difícil que tarda.
Sucederá lo mismo si se empapa de agua un material textil.
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