Los efectos nocivos de la electricidad se pueden clasificar en dos grandes grupos:
– Incendios y/o explosiones: afectan a personas, instalaciones y bienes.
– Electrización y electrocución: afectan a personas.
Los incendios debidos a la energía eléctrica se producen, fundamentalmente, por sobrecargas en la instalación, chispas o cortocircuitos.
Una sobrecarga se produce al calentarse un conductor por el que circula la corriente eléctrica. Si el conductor no tiene la sección mínima necesaria, por Joule se genera más calor que el que es capaz de disipar, llegando a inflamar los materiales contiguos e incluso a fundirse el propio conductor.
Un cortocircuito se produce cuando dos conductores a distinto potencial se ponen directamente en contacto, sin resistencia intermedia. Por ejemplo, si se supone una tensión de 220 V, por la Ley de Ohm.
Es decir, se produce una cantidad de calor muy elevada que calienta el medio a valores por encima de 3.000 °C, estableciéndose un arco eléctrico que, según los casos, puede producir un incendio, quemaduras, proyección de partículas, lesiones oculares, etc.
Por otro lado, una persona se electriza cuando la corriente eléctrica circula por su cuerpo, es decir, cuando forma parte del circuito eléctrico, pudiendo, al menos, distinguir dos puntos de contacto: uno de entrada y otro de salida de la corriente. Esa misma persona se electrocuta cuando el paso de la corriente produce su muerte.
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