A pesar de que las actuaciones en materia de seguridad y salud en el trabajo deberían ser realizadas siempre que fuera posible por medio de técnicas preventivas, es decir, con carácter previo a que se materializaran los riesgos laborales, en ocasiones, dichas actuaciones no son posibles de realizar o son insuficientes, por lo que debe recurrirse a la aplicación de las denominadas técnicas de protección.
Las técnicas de protección son aquellas actuaciones que, aunque también consideradas como técnicas activas, dado que se realizan con un carácter previo a que se materialice el riesgo, tienen como objetivo fundamental actuar únicamente sobre las posibles consecuencias, ya sea reduciéndolas o incluso eliminándolas, aunque siempre con la particularidad de que no realizan ningún tipo de actuación sobre la probabilidad de que se produzca el riesgo.
Así, por ejemplo, un trabajador que estuviera sometido a unos niveles de ruido considerados como inaceptables, estará expuesto a un riesgo más o menos importante de disminución de su capacidad auditiva. Si se le proporciona y utiliza únicamente un protector auditivo que atenúe el nivel de ruido que puede llegar al órgano de la audición del trabajador, hasta unos niveles que se pueden considerar como aceptables, habrá disminuido ostensiblemente el riesgo de disminución de la capacidad auditiva de ese trabajador debido al ruido, aunque el nivel que existe en el ambiente o puesto de trabajo siga siendo el mismo que existía inicialmente.
Es decir, el procedimiento de actuación seguido no ha modificado la probabilidad del riesgo, habiendo-modificado sin embargo sus consecuencias, con lo que la calificación del riesgo se ha visto reducida.
Tal y como se puede deducir fácilmente del propio concepto de protección, esta técnica de actuación se debería llevar a cabo después de haber realizado las técnicas de prevención que van encaminadas a la eliminación o disminución del riesgo o como
técnica complementaria a ésta.
Dentro de las técnicas de protección, las más aplicadas normalmente son las colectivas y las individuales.
– Las técnicas de protección colectivas son aquellas que protegen a los trabajadores de una forma general, es decir, eliminan o reducen las consecuencias de un riesgo que afecta a un número determinado de trabajadores.
Un ejemplo que puede servir para clarificar este concepto son las redes de protección utilizadas en construcción, las cuales no eliminan o disminuyen el riesgo, sino que lo hacen sobre sus consecuencias, de tal manera que no protegen a solamente un trabajador sino a un número indeterminado de ellos.
Otro ejemplo pueden ser las cabinas acústicas en centrales térmicas que, sin eliminar el nivel sonoro, evitan que los operarios de control de una zona deban trabajar en un ambiente ruidoso toda la jornada, a excepción de los momentos en los que tengan que salir a realizar labores de control propiamente dichas.
– Las técnicas de protección individual son aquellas que sirven para proteger a un trabajador de forma individua o particular, es decir, eliminan o reducen las consecuencias para un trabajador de un determinado riesgo. Estos equipos suelen ser específicos para la protección frente a unos determinados tipos de riesgos. Algunos ejemplos de estos equipos de protección individual pueden ser los cascos, guantes, botas, cascos auriculares, entre otros.